Por Emilio Cárdenas. Publicado el 9/4/14 en http://www.lanacion.com.ar/1679353-las-negociaciones-de-paz-entre-israel-y-palestina-se-complican
Después de nueve meses de febriles -pero infructuosos- esfuerzos por parte del Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, para tratar de sacar al proceso de paz entre Israel y Palestina del pantano en que se encuentra, los hechos de la semana pasada sugieren que la posibilidad de sellar algún acuerdo sustantivo entre las partes parece haberse alejado significativamente.
Pese a que los negociadores, Tzipi Livni, por Israel; Saeb Erekat, por Palestina; y Martin S. Indyk, por los Estados Unidos , se han seguido reuniendo, tratando de llegar a alguna conclusión antes del 29 de abril, la fecha final prevista para las conversaciones en curso. La puerta sigue abierta, entonces, pero la hendija que queda es realmente angosta.
En efecto, la semana pasada el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, presentó formalmente la solicitud de admisión para que Palestina ingrese -de inmediato- a quince diferentes organismos internacionales, lo que se había comprometido expresamente a no hacer hasta el 29 de abril próximo. Aprovechando así el reconocimiento obtenido por Palestina como estado observador en la ONU , en el 2012.
Con anterioridad, a fin de marzo pasado Israel se había negado a liberar al último contingente de prisioneros palestinos comprometido conforme a lo que fuera convenido al comienzo de esta etapa de las conversaciones. Hablamos de prisioneros que, en rigor, debieron haberse liberado hace ya 20 años, como parte de los fallidos acuerdos de Oslo.
Esto sirvió de excusa al moderado -y desacreditado- Mahmoud Abbas para justificar su decisión unilateral de actuar como si las negociaciones hubieran fracasado. Quizás porque políticamente, su situación doméstica era casi insostenible.
Mientras tanto, Palestina no está dispuesta a reconocer a Israel como estado judío. Esto es bastante más, ciertamente, que reconocer simplemente el derecho del Estado de Israel a existir y tiene implicancias serias sobre la cuestión de los refugiados palestinos y su ambición de regresar alguna vez a las que fueran sus tierras. También impacta sobre la quinta parte de la población israelí, que tiene identidad palestina. Pero es, para Israel, un tema que se ha transformado en absolutamente crucial, que hace ciertamente a la defensa de su propia identidad y a su futuro.
Tampoco parece haber acuerdo sobre la presencia futura de las tropas israelíes en el Valle del Jordán. Ni sobre temas complicados, como lo son el status de Jerusalén, el tema de los refugiados, y las fronteras entre ambos Estados.
Ante los sucesos aludidos, un descorazonado -pero realista- John Kerry canceló su viaje a la región, sumiendo así a las negociaciones de paz en una suerte de limbo del que, cabe presumir, no será nada fácil salir, al menos en el corto plazo. Pese a que la retórica de todos no descarta que una reanudación de las conversaciones, después del 29 de abril, sea siempre posible. Y ciertamente, en teoría lo es.
Esto sucedió cuando John Kerry, también consciente de la falta de avances, impulsaba una prórroga de los plazos de la negociación en curso, para estirarlos hasta entrado el año 2015. Israel, en ese escenario, debía comprometerse a liberar a unos 400 prisioneros adicionales y a disminuir, asimismo, el ritmo de construcción de asentamientos, tanto en Jerusalén Este, como en Cisjordania. Los Estados Unidos , por su parte, liberarían (a la manera de incentivo adicional) a un conocido espía israelí, detenido desde hace más de 25 años. Me refiero a Jonathan J. Pollard, un ex oficial de inteligencia de la marina norteamericana condenado a prisión perpetua por espionaje en favor de Israel que, no obstante, podría tener derecho a solicitar ser liberado, provisoria y condicionalmente, en el 2015. Palestina, por su parte, debía comprometerse a mantener el status quo.
Algunos creen que, en contrapartida, los palestinos podrían requerir la liberación del carismático Marwan Barghouti, de 54 años. Es el prisionero más popular entre ellos. Para los israelíes, en cambio, es responsable directo de numerosos asesinatos. Por esto tiene sobre sus hombros cinco condenas seguidas a prisión perpetua. No obstante, defiende la solución basada en la tesis de los dos Estados y, para muchos, es el candidato con más probabilidades de ser el futuro presidente de Palestina, si la paz de pronto se alcanzara.
La alternativa descripta no está muerta, pero ciertamente luce difícil de implementar para evitar lo que aparece como un posible colapso de las conversaciones de paz.
Cabe señalar que el marco externo de las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos no ayuda. Nada. Porque no proyecta ni previsibilidad, ni tranquilidad. Más bien, todo lo contrario: incertidumbre y una multitud de alternativas y riesgos peligrosos.
Más allá de la gravísima crisis que afecta a Ucrania -que hoy concentra las preocupaciones en el escenario externo- lo cierto es que en Medio Oriente , concretamente, Siria sigue sumergida en una guerra civil salvaje. En ella, Irán y Hezbollah, con Rusia, parecieran haber logrado un fortalecimiento relativo del régimen alauita de los Assad, que ya no luce como candidato inexorable a caer. Mientras el fundamentalismo musulmán, que ahora domina -en el terreno- a la insurgencia, sigue siendo dueño y señor de importantes pedazos del castigado país.
Egipto , por su parte, ha regresado a manos de los militares, pero está sumamente lejos de vivir en orden y tranquilidad. Por su parte, el convulsionado Líbano sigue frágil y está en el borde mismo del abismo que supondría una abierta guerra interna facciosa.
Si las negociaciones para la paz en Medio Oriente se diluyen, no es imposible que iniciativas como el boicot a Israel comiencen a ser impulsadas con más vigor, complicando las cosas. Ni que Israel vuelva a hacer difícil algunas iniciativas concretas que han avanzado, como la llevar los servicios de telefonía 3G a Gaza.
Para Benjamin Netanyahu , el cuadro es complicado. Porque a lo antedicho se agrega que tiene, en su propio gabinete, un arco iris de visiones bien disímiles. Sino opuestas. Como las de la encargada misma de impulsar las negociaciones de paz, Tzipi Livni, y las del ministro de vivienda, Uri Ariel, que procura aumentar el ritmo de construcción de los asentamientos, particularmente en Gibo, en el este de Jerusalén, lo que en nada facilita la marcha de las negociaciones de paz.
En síntesis, la realidad sugiere que en Medio Oriente las conversaciones de paz han llegado a una situación donde es imposible disimular una realidad: están empantanadas y sin demasiadas posibilidades de salir de esa situación en el corto plazo. Lo que pueda abrir una verdadera Caja de Pandora. Dejarlas morir sería un tremendo error. Por esto defender el status quo es un objetivo de mínima, quizás. Pero crucial. Mantener vivas las negociaciones no es, sin embargo, nada sencillo. Porque deberán seguramente enfrentarse hasta peligros nuevos, atento a que lo que ocurre es para algunos -en ambos lados de la mesa- una oportunidad para dinamitarlas. Lo que sería una verdadera tragedia.
Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California. Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.