Por Enrique Edmundo Aguilar . Publicado el 3/10/12 en: http://www.elimparcial.es/america/la-presidenta-argentina-en-harvard-beber-de-la-propia-medicina-112078.html
El lamentable espectáculo que implicó la visita de la presidenta argentina a la Harvard Kennedy School of Government, presidida por otro encuentro, quizá menos deslucido, en la Universidad de Georgetown, no puede sino dolernos como país y como pasivos espectadores.
La presidenta no estuvo a la altura de las circunstancias. Por su soberbia, su narcisismo, sus cincuenta y cinco minutos de retraso y las muestras de desprecio que arrojó a su auditorio o, más puntualmente, a los estudiantes que alzaron su mano a la hora de las preguntas… Entre sus falacias, tres son dignas de destacar. La primera, haber negado que en la Argentina exista un “cepo cambiario”, que puso doble llave al único refugio (la compra de dólares, moneda en la que ella y su marido ahorraron durante décadas) que un argentino medio tenía hasta ahora para protegerse de una inflación sensiblemente superior a los 20 puntos anuales. La segunda, haber dicho que su inmensa fortuna es el producto de su actividad como abogada (“fui una abogada exitosa”, dijo, “así como ahora soy una presidenta exitosa”), lo cual es altamente improbable pues el gran incremento de su patrimonio se produjo (como es de dominio público) a partir del año 2003 (es decir, ya como primera dama), en un porcentaje cercano al mil por ciento en nueve años. La tercera, haber negado algo que es más que evidente: su rotunda reticencia a conceder conferencias de prensa. La presidenta afirmó que a diario habla con millones de argentinos. Sin embargo, equivocó la preposición. No habla “con” sino “a” millones de argentinos, debido al uso y abuso que hace de la cadena nacional. Desde luego, también le habla con frecuencia a los infaltables aplaudidores que asisten a sus disertaciones en ámbitos oficiales, sean miembros de su gobierno, gobernadores e intendentes de provincia, o importantes empresarios (que nunca faltan por cierto).
Para ser justos, creo que el tono de algunas preguntas no fue el más apropiado para ese ámbito. Se diría que los estudiantes prefirieron llenar un espacio: el que aquí le está vedado a la prensa no oficialista. No obstante, nada justifica el tenor de las respuestas de la presidenta que, a mi juicio, fueron impropios de quien ocupa la más alta magistratura del país. Es curioso, contrariamente a lo que cabría esperar de un político hábil, cada nueva declaración de la presidenta parece acentuar la distancia que la separa de un porcentaje creciente de la población, dentro del cual cabe contar seguramente a electores que el año pasado supieron avalar su reelección y que hoy comienzan a desencantarse.
Enrique Edmundo Aguilar es Doctor en Ciencias Políticas. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Políticas y de la Comunicación de la UCA y Director, en esta misma casa de estudios, del Doctorado en Ciencias Políticas. Profesor titular de teoría política en UCA, UCEMA, Universidad Austral y FLACSO, es profesor de ESEADE y miembro del consejo editorial y de referato de su revista RIIM.